¿Es el microondas un ecosistema en miniatura? Una nueva investigación lo confirma

Utilizando técnicas de secuenciación y cultivo de última generación, el estudio demuestra que la población bacteriana de los hornos microondas está dominada por una composición similar a la de la piel humana y no plantea problemas de salud.

 

Los hornos microondas, imprescindibles en las cocinas modernas, todavía representan un territorio inexplorado desde el punto de vista de los estudios microbianos. Para entender su potencial como reservorio de colonización bacteriana y la composición microbiana de su interior, personal investigador de DARWIN Bioprospecting Excellence y del Instituto de Biología Integrativa de Sistemas (I2SysBio) ha colaborado en un estudio publicado en la revista de acceso abierto Frontiers.

 

Utilizando técnicas de secuenciación y cultivo de última generación, el estudio demuestra que la población bacteriana de los hornos microondas está dominada por Proteobacteria, Firmicutes, Actinobacteria y Bacteroidetes, de composición bacteriana similar a la de la piel humana. La comparación con otros entornos revela que la composición bacteriana de los microondas domésticos es similar a la de las superficies de la cocina, mientras que los microondas de laboratorio tienen una mayor abundancia de taxones conocidos por su capacidad para soportar la radiación de microondas, las altas temperaturas y la desecación.

 

“La motivación del estudio es la ciencia básica, en primer lugar, ver qué hay allí y en un hábitat que no ha sido bien descrito desde un punto de vista microbiológico antes y responder a una pregunta biológica fundamental sobre la presión selectiva responsable de una comunidad microbiana particular. En un microondas, hay una presión selectiva muy clara en forma de temperatura, alta irradiación y desecación, entre otros factores”, explica Manel Porcar, CEO de DARWIN Bioprospecting Excellence e investigador del I2SysBio, cuyo grupo de investigación ha analizado entornos exóticos similares como cafeteras Nespresso, paneles solares o chicles pegados al suelo. “Como ecólogos microbianos, nos dedicamos a estudiar las comunidades microbianas que existen en numerosos hábitats de nuestro planeta, y esto incluye no solo los naturales sino también los artificiales”, añade.

 

Entre los principales hallazgos, el estudio muestra que “no todos los microondas son iguales. Básicamente, hay dos grandes grupos de microondas: los de uso doméstico y los de laboratorio. A diferencia de los microondas domésticos, hemos observado que los que se utilizan en laboratorio tienen mucha menos materia orgánica, por lo que hemos encontrado taxones que son típicamente resistentes a la radiación, lo que hace que estos microondas sean adecuados para su uso en un entorno de alta radiación como un desierto o con luz solar directa en la superficie”, describe Daniel Torrent, bioinformático de DARWIN Bioprospecting Excellence.