Manuel Porcar, Presidente de Darwin Bioprospecting Excellence, es uno de los investigadores ganadores del premio IgNobel 2021 en Ecología. Fue entrevistado el pasado 17 de septiembre, curiosamente el Día Internacional de los Microorganismos, por la sección Ágora de Aragón Radio. En esta entrevista, explica la utilidad de los microorganismos en la industria y en nuestro día a día. También explica cómo surgió la idea de estudiar el microbioma de los chicles del suelo. Por último, explica cómo cree que Darwin Bioprospecting Excellence ha alcanzado el éxito en tan solo 5 años desde su creación.
A continuación, os dejamos la entrevista completa. Si quieres escuchar el programa completo, pulsa aquí.
Manuel Porcar, investigador del Instituto de Biología Sintética y de Sistemas de la Universitat de València del CSIC, está esta noche con nosotros. Manuel, además de ser unos incomprendidos los microorganismos. Con esta pandemia que tenemos encima, hemos aprendido que no solo existen, y por todos los lados, sino que son muy necesarios.
Es verdad. Nos han dado este premio, que nos ha aportado cierta notoriedad, que analiza la composición microbiana de los chicles de los suelos. Puede parecer sorprendente o incluso escatológico pero a mi me gustaría recalcar que hay palabras que el publico ha descubierto ahora y que no para de utilizar, y que yo no paro de sorprenderme, como por ejemplo, PCR. «Me han hecho una PCR, ha salido negativo«. Eso antes solo lo escuchábamos los microbiólogos, ahora lo oyes en los bares y en los restaurantes. Por la PCR, por lo que todo el mundo sabe, es una técnica que sirve para identificar, entre otras cosas, una posible enfermedad de forma bastante rápida. Es posible porque a alguien se le ocurrió buscar en las aguas termales de Yellowstone enzimas que pudieran ser estables a temperaturas muy elevadas, a 72ºC. Entonces, cada vez que alguien se hace una PCR para saber si tiene, o no el coronavirus, deberíamos de estar todos agradecidos a esos investigadores que lo que hicieron fue meter las manos en una poza de agua caliente y extraer los microorganismos que tenían moléculas o enzimas que funcionaban a temperaturas altísimas y que gracias a eso se puede hoy en día hacer esta prueba que está salvando tantas vidas indirectamente. Por lo tanto, es como una reivindicación de que la bioprospección es una herramienta fundamental en la biomedicina, para aislar microorganismos y biomoléculas que tienen una gran importancia por su aplicación industrial.
Es que se encargan de hacer absolutamente todo, incluso dentro de nosotros.
Sí, todos viajamos con nuestro «pack» de microorganismos de entre medio kg y un par de kilos. La mayoría está en el sitio en el que todo el mundo nos imaginamos, pero también en la piel tenemos muchísimos microorganismos. Los microorganismos del tubo digestivo, cada vez más se sabe, que más allá de facilitarnos una buena digestión también tienen influencias en todas las actividades metabólicas de toda la fisiología de una persona, incluyendo el eje intestino-cerebro. Lo que hacen las bacterias en nuestro tubo digestivo tiene claramente un efecto neurológico e incluso existen bacterias que producen neurotransmisores y cuya ausencia está correlacionada con depresión. Es decir, se podría decir de manera muy común: «Dime qué microbioma tienes y te diré qué carácter tienes«. Hay una asociación sorprendente entre nuestras bacterias y cómo somos, finalmente.
Es increíble. Qué interesante, Manuel. Y con respecto a los chicles: ¿Por qué fuisteis a buscar bacterias de los chicles pegados al suelo?
Bueno, tanto como en las investigaciones que hacemos en I2SysBio como en la empresa a la que también pertenezco, Darwin Bioprospecting Excellence, lo que hacemos es bioprospección. La bioprospección consiste en buscar en ambientes naturales o artificiales, microorganismos que puedan luego tener una aplicación industrial. Tenemos trabajos previos con microorganismos de las placas solares, de las cafeteras de cápsulas y tenemos unas líneas de investigación muy potentes de bacterias que degradan plástico. La aplicación industrial es muy evidente, ¿no? La descontaminación de los microplásticos que están por todas partes en la biosfera y que nos comemos. Dicen que nos comemos, sin darnos cuenta, el equivalente de plástico de una tarjeta de crédito por semana. Entonces, la aplicación de las bacterias que puedan degradar plástico creo que es autoexplicativa, es evidente. Y en el caso de los chicles, pues era simplemente como yo a veces digo, una novela de Saramago, se fundamenta en un: ¿Qué pasaría si…? y ya empieza la novela, como siempre, de una manera estupenda. La idea simplemente fue pensar qué pasaría si estudiáramos estos chicles que están pegados en el suelo, que están en todas partes, que aún no lo ha hecho nadie. Efectivamente, comprobamos que todavía no lo había hecho nadie. Hicimos una búsqueda de chicles en los países que visitábamos en vacaciones para analizar su contenido microbiano, vimos que era muy diverso, que habían muchas bacterias y que eran muy diversas en las muestras que tomamos. Después hicimos otro trabajo, que quizás es bastante chocante y quizás haya contribuido a que nos hayan dado el premio IgNobel, y que consiste que en la primera autora del trabajo, Leila Satari, se dedicara a mascar chicle y a escupirlo en el suelo y a observarlo durante 1 semana. Iba tomando muestras de esos chicles que sabíamos cuánto tiempo llevaba en el suelo porque ella misma los había masticado y pegado. Esto nos ha permitido ver cómo evoluciona el microbioma de los chicles y ver cómo a partir de algo que contiene las bacterias típicas de una persona, evolucionan y se modifica el microbioma para acabar teniendo bacterias que, aquí viene la aplicación industrial, son naturales y se encuentran en el ambiente y que podrían servir para degradar el propio chicle. Es decir, las bacterias que hemos encontrado dentro de los chicles, no solamente están pegadas ahí sino que se pueden utilizar para descontaminar y degradar esos chicles que tanto ensucian.
¡Qué bien! También estáis trabajando el bacterioma de los coches, ¿verdad? ¿Eso es un trabajo preparado recientemente?
Sí. Todos tenemos coche, no me gusta mucho conducir pero no tengo más remedio que conducir y siempre me ha chocado que cuando se pone combustible, diésel o gasolina si son coches convencionales pues, aunque intentas que no ocurra, siempre cae al final un chorro de líquido por la viscosidad misma de los combustibles, que es muy baja. Eso siempre acaba manchando la zona donde está la tapa del depósito y junto con el polvo del ambiente pues siempre está un poco sucio. En el caso de algunos coches, más sucios que otros. Lo que hicimos fue, pues una vez más, buscar qué bacterias viven ahí, en ese ambiente hostil. Es un trozo de metal recalentado al sol cuando el coche se aparca, impregnado de diésel o gasolina. Hemos visto que, efectivamente, existe una comunidad microbiana caracterizada por la presencia de microorganismos que toleran, y que no solo toleran, sino que degradan hidrocarburos y hemos cuantificado y verificado que muchas de las bacterias que ahí se encuentran se los comen.
Esto tendría una aplicación fundamental para todos los residuos tóxicos.
Para biorremediación, por ejemplo, es decir descontaminación con agentes biológicos de una fuga de combustibles de un oleoducto o de un accidente de barco.
¡Casi nada! Y Manuel, queríamos preguntarte qué tal con la empresa, porque todo esto es conocimiento básico, pero luego hay que reconvertirlo e intentar hacer esa sinergia y trasladar y transferir el conocimiento.
La verdad es que ha sido una de las mayores satisfacciones profesionales de mi vida, porque montamos la empresa unos cuantos científicos hace 5 años escasamente, y hemos tenido un crecimiento exponencial. Somos actualmente 16 personas, tenemos clientes en todo el mundo y yo pienso que nuestro éxito está basado en lo que estamos comentando, ¿no? Que los microorganismos son una fuente de todo y que una empresa que haga bioprospección bien hecha y que busque microorganismos que se puedan aplicar a la industria para hacer vino, pan o cerveza con unas características organolépticas combinadas, para degradar plástico o para que sean utilizados como probióticos para animales. Las aplicaciones y el potencial de esto se puede imaginar fácilmente, y es que es enorme. Entonces, yo creo que el éxito de Darwin, en parte se liga al potencial brutal que tienen los microorganismos y que al fin y al cabo, nosotros somos microbiólogos y los conocemos bien.
Una última pregunta Manuel, para ver si es un mito, no es un mito o desterrararlo. ¿Es verdad que hay más bacterias en nuestro móvil que en el váter del baño?
Pues mira… me pica la curiosidad con tu pregunta. Se podría hacer muy fácilmente, es un trabajo de cuantificación fácil. Yo creo que, probablemente, la cantidad de bacterias que tenemos en el móvil no debe de ser muy distinta, a no ser que te acabes de comprar el móvil o que lo guardes en un sitio con mucho polvo. Más o menos, todo el mundo le hace el mismo uso al móvil, es decir, o lo tienes en el bolsillo o en el bolso, y lo llevas pegado a la oreja y lo coges con la mano, sin guantes. Entonces, evidentemente, el móvil tiene un microbioma que es fundamentalmente del humano que lo manipula y que suelen ser bacterias de la piel. Con toda probabilidad, serán Staphylococcus o bacterias típicas de la piel. Serán las que te crecen en una placa petri cuando la toqueteas con los dedos para ver qué sale ahí. En el váter, las bacterias que hay, son otras. Serán las propias del tubo digestivo, de las heces. De hecho, cada vez que vamos al baño la mitad del peso de lo que se va por del desagüe son bacterias. De hecho, se recomienda, cuando se tira de la cadena, bajar la tapa, porque aunque no se vea hay microgotas que salen disparadas del inodoro. Y por ejemplo, en los cuartos de baño no solemos guardar los cepillos de dientes, ¿no? Pues puede parecer entonces una mala idea. Para contestar a tu pregunta, yo creo que dependerá de cómo esté el váter de cada uno para contestar si está más o menos limpio que un teléfono móvil.